Marlowe, Gilda y el General… Buenos Aires Hardboiled

Postal para NOIR (nuevo álbum 💿)

Camino por una ciudad desierta. 1940, termina un año largo, un año en guerra. 

Trabajo como detective, muchas veces de fisgón de historias que no me importan. Viejos con dinero que me pagan por buscar a los amantes de sus jóvenes esposas.

Con eso pago las cuentas, (algunas, y no siempre). 

Me llamo Marlowe, Phillip Marlowe. Mi padre siempre dijo que soy obstinado como una piedra. 

Tal vez nací así, o es que crecí como hirviendo hasta endurecerme. 

El final de este cigarro parece eterno…

El silencio del verano en esta ciudad es enorme aunque nadie duerme. Buenos Aires es realmente la ciudad que nunca duerme. Una revolución se teje desde abajo y los cuellos duros del barrio de la Recoleta no tienen idea. Alguien me habló de un coronel jovencito que tiene ganas de moverle los esquemas a los dueños del país.

Llegué a Argentina tras los pasos de un espía alemán. Conocí en el barco a un tal Johnny Farrell. Un jugador de apuestas chicas, tramposo, huye de algo o de alguien, aunque intuyo que el nombre que dejó caer (una noche en cubierta, ya muy borracho) algo tiene que ver: Gilda…

Por lo que supe, está trabajando para un tipo que tiene un casino ilegal, un millonario y por lo que veo, las casualidades no existen, la pista de mi espía me lleva al mismo lugar. 

Compro el periódico, es hora de apagar los pensamientos. Siempre me cuesta dormir.

Soy Philip Marlowe y estoy en un rarísimo fin de año en el sur del mundo, en Buenos Aires, la ciudad mas loca que haya conocido jamás.

Colores Primarios / Leo Caruso & Club Mondrian

Finalmente y después de mucho trabajo, Colores Primarios, nuestro primer trabajo dicográfico con Club Mondrian, está en la calle.

Lo pueden conseguir en

MINTON’S

Av. Corrientes 1382 – Local 26, de la galería APOLO.

El trabajo tiene muy buena recepción de público y prensa.

Algunos reviews:

Suplemento de espectáculos Clarín (14 de enero de 2014):

http://www.clarin.com/discos/esencial-musica-popular_0_1066093674.html

Ambito Financiero (16 de diciembre de 2013) por Diego Curubeto:

Revista Veintitres por Nicolás Russo (enero de 2014):

Suplemento “Vienen Sonando” de Diario Popular (10 de enero de 2014), por Rubén Cetrángolo:

La muy elogiosa de Martín Sassone en su blog “Malbec & Blues” (10 de diciembre de 2013):

http://malbecblues.blogspot.com.ar/2013/12/el-blues-de-los-colores-primarios.html

Además de las muy lindas notas radiales con Carlos Polimeni en Nacional Rock, Radio del Plata y en su programa de TV “Temprano para Tarde”, con el maestro Tom Lupo, en su programa de Radio Nacional “En mi propia lengua”, también en Radio Nacional con Hugo Paredero, con Martín Sassone en su programa “Bluescavidas” en Nacional Rock, con Virginia Hanglin en Fm 92.3 en su programa “Un apellido de radio”, con Matias Colombatti en la trasnoche de Radio América “América no duerme” y con Osvaldo Quiroga en Radio Provincia.

Carpeta de prensa completa:

http://www.leocaruso.com.ar/espanol/prensa/

Muchas gracias a todos por el apoyo, y estén atentos a los próximos conciertos, en la fan page de facebook:

https://www.facebook.com/CarusoyClubMondrian

O en twitter en @clubmondrian.

Algunos audios en:

http://www.leocaruso.com.ar/espanol/leo-caruso-club-mondrian/

Ben Waters. Boogie 4 Stu. A tribute to Ian Stewart. Sir Boogie Woogie…

Muchos músicos, (sobre todo los que hemos pasado los 40 años), le debemos a la música inglesa, el haber llegado a conocer la herencia de la música negra, en la época en que no había posibilidad de conseguir un solo disco de Blues en nuestro país. De la mano de las más populares bandas de rock, como The Beatles, The Rolling Stones, The Animals, Cream, y miles de etcéteras, muchos de nosotros pudimos bucear en las aguas donde nuestros ídolos abrevaron y se nutrieron.

En mi caso particular, conocí un tema de Smokey Robinson antes de saber quien era, escuchando la versión de The Beatles de “You Really Got a Hold on Me”. Solía pensar que “Whole Lotta Love” era un tema de Led Zeppelin, (sin saber que estaba inspirado en “You need Love” de Willie Dixon), y creía que “Rambing on My Mind” era un tema de Eric Clapton con John Mayal, antes que saber del cruce de caminos y el Señor Johnson.

Con el tiempo y la información obtenida aquí, allá y en todas partes, (era los tiempos de la era pre-Internet), llegué a conocer quienes eran los músicos que tocaban en muchos de los discos que me volaron la cabeza. Así llegaron los pianistas que sacaban sonidos negros de sus dedos blancos y tocaban esas partes distintivas, en discos plagados de guitarras. Son esos tremendos pianistas que jamás editaron un disco solista, sino que integraron bandas muy conocidas, o fueron simplemente parte de la tropa de músicos de sesión de discos muy importantes, pero en la época en que no estaba difundida la costumbre de incluir los créditos de los músicos que participaban en las grabaciones.

Así llegaron a mi vida, entre otros: Nicky Hopkins, Chris Stainton, y Ian Stewart.

Ian Stewart, fue el pianista histórico de The Rolling Stones.

Un escocés gigantesco que tocaba el piano desde los 6 años, y resultó ser el mejor pianista de Boogie Woogie de su generación. Tenía 23 años en 1962 cuando se presentó a una audición, respondiendo a un aviso de una revista. Conoció así a un guitarrista rubio, de rostro levemente turbado, llamado Brian Jones. Se entendieron muy bien por lo que decidieron formar una banda, para lo que reclutaron a dos muchachitos llamados Mick y Keith, (voz y guitarra, respectivamente). Es así como Ian Stewart, Brian Jones, Mick Jagger y Keith Richards pasaron a llamarse “The Rollin’ Stones” (sic) debutando en un brumoso Londres el 12 de julio de 1962.

Un año después de que Bill Wyman y Charlie Watts completaran la formación “Stu”, como lo llamaban, era despedido por Andrew Loog Oldham, el manager de la banda, que decidió que su aspecto no era el más apropiado para enloquecer señoritas, como sucedía con el faro de la música inglesa de la época: The Beatles. Lejos de enojarse por tal injusticia, el gran Stu se conformó con el lugar de músico en las sombras de los Stones y además, trabajar como su tour manager. Un hombre clásico, el sexto Stone despegaba por completo del espíritu excesivo de sus compañeros. Tal vez por eso es que era el único ser humano a quien respetaban como a un padre. Cuidó de sus díscolos Stones, y criticó su comportamiento. En las giras, solía elegir hoteles con campos de golf, alejados del mundanal ruido, mientras que la banda prefería los de las ciudades, con mayor acceso a las groupies y las drogas. Ian “Stu” Stewart, tocó memorables partes de piano en temas como “Honky Tonk Women”, “Brown Sugar”, “Let It Bleed”, “It’s Only Rock’n’Roll (But I Like It)” y tantos otros.

Stu falleció, sin haber escuchado el último disco en el que participó, “Dirty Work” en diciembre de 1985.

Pasaron muchos años, hasta que en 2011, una de las nuevas figuras del piano de Blues y Boogie Woogie británico, Ben Waters, lanzó un fantástico disco en tributo a Ian “Stu” Stewart, Boogie 4 Stu.

Este álbum tiene varios detalles curiosos. En principio, Ben Waters decidió financiar el proyecto y donar las ganancias a una asociación de lucha contra las enfermedades cardíacas, (British Heart Foundation); por tratarse de un disco en homenaje, no quiso ganar dinero con el. Esto le reportó el problema de conseguir un estudio profesional a bajo costo. Este problema inicial, trajo a bordo a Jools Holland, que prestó su estudio, a cambio de tocar y cantar en un tema (“Make me a Pallet on the Floor”), ya que se conocieron con Stu, fueron amigos y ambos amaban al autor de la canción: el gran Jimmy Yancey. Además, participa en otros temas del álbum, y se ha transformado en un confeso admirador de Waters.

Desfilan los propios Rolling Stones en distintos temas. Aportaron gustosos sus colaboraciones, en el mismo estudio o la distancia, enviándolas por email. Charlie Watts toca la batería en casi todo el disco, y junto a Keith Richards, Ron Wood, Bill Wyman y Mick Jagger, vuelven a sonar juntos después de 24 años, conviviendo en “Watching the River Flow” de Bob Dylan. Keith Richards y Ron Wood aportaron voces y guitarras en “Worried Life Blues” de Maceo Merriwather. La otra participación, insospechada, es la de P.J. Harvey, (prima de Ben Waters) en una enigmática versión de “Lonely Avenue”. En esta versión Waters grabó el piano vertical del propio Ian Stewart, en el living de la casa de sus tíos, (los padres de Harvey, amigos íntimos de Stu y herederos de ESE piano).

Ben Waters es un pianista formidable, entiende el estilo como pocos. Por sus dedos pasan las mismas influencias que por los del propio Stu, los grandes pianistas de los ’30s y los ‘40s: Albert Ammons, Pete Johnson, y Made “Lux” Lewis. Denota una gran inventiva a la hora de componer, (“Boogie For Stu” junto a Jools Holland), y una interesante frescura en los arreglos y la producción del álbum.

La frutilla de la torta es que el dibujo que ilustra la tapa del CD fue aportado por uno de los grandes amigos de Stu y de muchos de los participantes del disco, el diseñador de la mítica tapa de “Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band” de The Beatles, Sir Peter Blake.

Consigan este disco y disfruten del placer de escuchar a un gran pianista homenajeando a otro grande.

Los dejo con una frase sobre Ian Stewart, de Keith Richards: “Todavía trabajo para él. Para mí, Los Rolling Stones son SU banda”.

Nota al pie: Poco después de la publicación de este post, se lo envié a Ben Waters, y tuve la emoción de recibir una respuesta muy cariñosa de Ann, su manager (y también su madre!) contándome que enviaba mi nota al hermano y a la cuñada de Ian Stewart.

Homenaje a Solano López

1997. Desde el Consejo Deliberante de aquel entonces, planeaban una serie de homenajes a Héctor G. Oesterheld, a 40 años de la aparición de El Eternauta, y a 20 de su desaparición en las sangrientas manos de la última dictadura militar.

Yo me enteré de esto gracias a un recorte periodístico que me trajo mi viejo; fue raro, para esa época su memoria comenzaba a jugarle malas pasadas, pero sin embargo, se acordó de mi cariño por los autores de El Eternauta, y todas sus obras.

La Internet que conocemos hoy no existía, mandé un fax al Consejo (un fax!!), quería acercar un trabajo que no había terminado aún: una banda de sonido para leer El Eternauta.

Ante mi sorpresa, esa botella tirada al mar, tuvo su respuesta.

Conocí entonces al equipo de la legisladora María Elena Naddeo. Les interesó que mi música formara parte y sonara durante los homenajes, (ponerle el nombre de Oesterheld a una plaza en Costanera Sur, además de una serie de actos y exposiciones en la Biblioteca Nacional). Fue así que presenté mi grabación, y posteriormente, conocí a la familia de Héctor Oesterheld.

Tuve el enorme honor de que Elsa Sánchez de Oesterheld me felicitara por mi trabajo y hasta me sugiriera que era lo que su esposo hubiera querido, si El Eternauta hubiera necesitado alguna vez música, (todavía me acuerdo y se me acelera el corazón).

Luego, pude conocer al maestro Francisco Solano López. Él me hizo un enorme regalo. Mientras escuchaba uno de mis temas, Solano dibujaba con su mano en el aire la terrible nevada cayendo, siguiendo el ritmo de las inquietantes notas de piano que representan los copos mortales en mi trabajo.

Nunca me voy a olvidar de tan lindo gesto aprobatorio, y de ese momento de honda conexión con el hombre que dibujó esas páginas con las que, hasta soñé cuando tenía sólo 11 años.

Esos dibujos que detallan como nadie ese Buenos Aires de comienzos del Frondisismo, y que adquieren el valor de  la mejor historia de la vida cotidiana. Mejor que una serie fotográfica. Esos dibujos que me conmovieron tanto…

Locuras del espacio-tiempo, el 4 de septiembre a las 12 hs. mi trabajo vuelve a sonar en la plazoleta Oesterheld (Av. de Los Italianos y Azucena Villaflor), 15 años después; y esta vez, para homenajear a Solano López, que partió a dibujar otros mundos el año pasado.

El encuentro es para descubrir una placa en honor al maestro. Y que de paso, entre otras cosas, sirva como desagravio a tanta barbaridad oscurantista e ignorante de ELLOS (tilingos de ayer, de hoy y de siempre), que esta vez decidieron que la mayor y mejor novela gráfica escrita en el país, es un instrumento de dominación fascista.

Una vez más, donde quieren despertar el miedo, la delación, y la estupidez, solo consiguen que muchos pibes más quieran experimentar la ceremonia iniciática de leer esas primeras líneas: “Era de madrugada, apenas las tres. No había ninguna luz en las casas de la vecindad…”

Esas hermosas viñetas donde Oesterheld y Solano López nos contaron la historia de El Eternauta, tal como el se las contó.

Aquí dos tracks de mi trabajo Buenos Aires, Continum 3 (Una banda sonora de El Eternauta).

Preludio para el fin

http://www.leocaruso.com.ar/mp3/Preludio%20Para%20El%20Fin.mp3

Tango, Nevada y Misterio

http://www.leocaruso.com.ar/mp3/Tango,%20Nevada%20y%20Misterio.mp3

Luis en el cielo con diamantes

Tengo totalmente presente el efecto que me provocaron algunas imágenes la primera vez que las vi.

Imagen, fuente: seniales.blogspot.com

La tapa de Revolver de Los Beatles y la del primer disco de Almendra forman parte de esas primeras impresiones.

Tenía siete años y había aprendido a manejar el combinado, un viejo Ken Brown donde ponía esos dos discos, en la casa paterna.

La primera letra que aprendí de memoria fue la de Plegaría para un Niño Dormido.

Años después, Kamikaze me hizo comprender en la adolescencia, que significaba la intimidad en el concepto y el sonido de un disco perfecto; lo escuchaba insistentemente junto con el Álbum Blanco, otro disco íntimo y perfecto, de profunda soledad. Cuatro tipos que juntos todo lo podían, pero ya no estaban más juntos; aunque, eso es otra historia.

Dos de los acordes de Barro Tal Vez me resultaban indescifrables y fascinantes como un jeroglífico antiguo; por esa razón, o simplemente por captar los infinitos espacios por los que el Flaco transitaba en su única y personalísima manera de componer, es que me tomé en serio eso del rock n’ roll, y me puse a estudiar música. Tengo casi la plena seguridad de que muchos músicos de mi generación pasaron por el mismo proceso.

Así también, junto con Oesterheld, el Flaco traía a mi vida literatura: Artaud, Castaneda, etc, etc…

Inevitablemente, ato estas vivencias personales con el lado ideológico más visible de Spinetta: su apoyo y defensa a ultranza de la educación publica.

Imagen, fuente: seniales.blogspot.com

Educar es nutrir, inspirar, revelar, liberar, flexibilizar la mente al punto de sentir que todo se puede descubrir y refundar, una y otra vez… siempre es como la primera vez

En tiempos muy duros de nuestra historia, gente muy valiosa nos mostró un camino; el que ellos mismos transitaron, su búsqueda en un rincón del mundo donde todo parecía imposible, salvo la destrucción y la muerte, (Yo que crecí con Videla…).
De Litto Nebbia, Manal y Moris a Charly García, todos

Imagen, fuente: seniales.blogspot.com

Por eso cuando alguno se va para siempre, es que nos queda esa sensación de sentirnos más solos.

Luis se fue y nos dejó, como todo buen maestro, llenos de caminos abiertos por los cuales seguir, y pensar que a pesar de todo, mañana es mejor.

Gracias Luis, gracias por todo, ya te volviste canción, barro tal vez con el que podremos continuar buscando, soñando felicidad, alejándonos de todos los males de este mundo…

Deja que la luz te guíe, que guíe toda tu vida…

Alma de Diamante, ya sos luz, Gracias!!!

El sueño del pibe…

Diario de grabación: Leo Caruso & Club Mondrian/Colores Primarios

A veces la vida te hace algún regalito, te guiña un ojo como para hacerte acordar que vale la pena, y te hace la segunda.

Creo que algo así paso cuando recibí la respuesta de Claudio Gabis, a un email/botella tirada al mar, accediendo a tocar su tema Avellaneda Blues, en la versión de Club Mondrian.

El resultado, alegría, emoción y asombro; finalmente uno de esos marcianos que habitan los discos de mi adolescencia estaba ahí haciendo magia, un solo precioso que le puso el moño a la versión que logramos.

Es uno de los puntos que más me gustan de este disco, un color primario más, uno de los primeros Blues en español, de la primer banda de Blues en español, Manal.

Esta versión de Avellaneda Blues, sin escalas y sin conflicto va del Blues al Tango, con el aporte del talento de mi hermano de la vida, Alfredo Piro, que lo cantó a dúo conmigo y del bandoneonista Luis Vazquez.

El Blues una verdad abstracta

Diario de grabación: Leo Caruso & Club Mondrian/Colores Primarios

La letras de los Blues son el único aporte importante del siglo XX a una auténtica poesía popular. Jean Cocteau

Piet Mondrian fue un pintor holandés nacido a finales del siglo XIX, ubicado dentro de los pintores abstractos; fundador del Neoplastisismo.

Durante la década del los ‘40s. emigra de su residencia en Inglaterra hacia un destino que lo alejara del riesgo de la muerte a manos de los bombarderos Nazis, como casi sucede cuando una bomba cayó sobre su atelier londinense.

Así es que decide mudarse a los Estados Unidos, más exactamente a la ciudad de Nueva York.

Es ahí, donde continúa con su búsqueda, -que comenzaría en 1920- de un arte que trascendiera la realidad externa y material, reduciéndola a formas geométricas y colores puros, en un esfuerzo por hacerlo universal.

Su trabajo entonces adquiere una sistematización, donde lograba combinaciones casi infinitas mediante el uso de la geometría y los colores primarios.

Además en Nueva York toma contacto con los grandes pianistas de Blues y Boggie Woogie: Pete Johnson, Albert Ammons y Meade “Lux” Lewis, de los que se transformó en un entusiasta seguidor, a tal punto de titular varias series de cuadros de esa época como Boggie Woogie: Broadwway Boogie-Woogie o Victory Boogie Woogie.

Además encontró en la arquitectura neoyorkina una fuente inspiración para la geometría en su pintura.

Yo encuentro un mismo grado de abstracción en el Blues, una música ancestral, construida por un sistema de doce u ocho compases, y tres acordes básicos. Una música con tantas patrias como autores, interpretes y seguidores.

Estos datos fueron los disparadores de la génesis de Club Mondrian. Tocar Blues con los tres instrumentos/colores de la sección rítmica de la orquesta, el piano , el contrabajo y la batería, además hacer esta música a partir de los tres acordes/colores; con una misma serie, infinitas combinaciones de belleza.

Disparadores para este disco…

Imágenes Paganas, el Blues en el cine

Varias películas atraviesan el universo del Blues de manera directa o tangencial; y en muchos casos, se trata de verdaderas obras de arte. Vale la pena revolver en busca de estos tesoros.

En junio de 1929, en el barrio neoyorquino de Astoria, comenzó la filmación del cortometraje producido por W. C. Handy para su tema St. Louis Blues, estelarizado por la cantante Bessie Smith. El futuro había llegado: la máquina del entretenimiento y el Blues tienen una relación que lleva casi un siglo.

Lo primero que viene a la memoria cuando se habla de cine y Blues, probablemente sean dos películas de la década del ’80, que revitalizaron el vínculo del género con el público masivo:
The Blues Brothers (Los Hermanos Caradura), y Crossroads (Encrucijada).
The Blues Brothers -banda que combinó la parodia y el revival musical- fue fundada por los actores Dan Aykroyd y John Belushi, para el mítico programa televisivo Saturday Night Live; llegó al cine con una efectiva comedia, con la actuación de buena parte de la plana mayor del género: Cab Calloway, Ray Charles, James Brown y Aretha Franklin, entre otros.
Este film es una pieza testimonial: muchos de los artistas que aparecen en él, hasta ese momento permanecían en el olvido.
El film Crossroads aborda la figura arquetípica del pacto con el demonio a cambio de un don; bajo la forma de una aventura iniciática para adolescentes, nos muestra a un joven guitarrista tras los pasos de un alter ego de Robert Johnson, (el mítico artista que -según cuenta la leyenda-, realizó ese famoso pacto en un cruce de caminos). La banda sonora pertenece a Ray Cooder.

Otras perlas por descubrir
Ray Charles fue uno de los artistas de Blues que mayor relación tuvo con la gran pantalla. Actuando tuvo una aparición en Swingin’ Along (1961); pero es en la británica Ballad in Blue de Paul Henreid (1964) donde es protagonista absoluto, en una ficción que lo muestra en gira por el Reino Unido, mientras se desarrolla una trama emotiva apta para todo público.
Posteriormente grabó el tema central de The Cincinnati Kid (1965), que contó también con la actuación de Cab Calloway.
En 1967, grabó el tema principal de In the Heat of the Night  (Al Calor de la Noche) junto a su gran amigo Quincy Jones, quien compuso el tema, además del resto de la banda sonora. Se trata de un policial atravesado por la problemática del racismo en los estados del Sur de los Estados Unidos. Es un momento en la historia de ese país donde la perspectiva de la lucha antirracista acapara el espacio público y cosecha el compromiso de los artistas; esto también está muy bien retratado en el film biográfico sobre Ray Charles (Ray, 2004).

El Blues, sus ciudades, sus leyendas, sus climas y su bagaje cultural han sido fuente de inspiración para muchas películas, en los que aparecen de forma subyacente, no necesariamente a través del papel protagónico de un artista.
Es el caso de producciones como Midnight in the Garden of Good and Evil  (Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal) de Clint Eastwood (1997). Una trama policial ambientada en la ciudad más antigua del estado de Georgia: Savannah -sitio natal de Johnny Mercer-, uno de los compositores más celebres del estilo; el nudo del film sucede en la famosa “Casa Mercer”, suenan algunas de sus composiciones, y todo el clima de esta obra está teñido de su influencia.
De manera similar, el clima bluesie impera en Angel Heart (Corazón Satánico) de Alan Parker (1987). Una producción ambientada en Nueva Orleans, con todas sus leyendas, sus misteriosos ritos Vudú y el sonido de los más sugestivos temas, entre los que se destacan los del célebre pianista de esa ciudad: Mac Rebennack, más conocido como Dr. John.
Algo más osado sucede en O Brother, Where Art Thou? (Dónde estás, Hermano?) de Joel y Ethan Coen (2000). En esta fabulosa comedia, los Coen plantean una versión del poema épico griego La Odisea. En este caso, la escena homérica está ubicada en una de las “patrias” del Blues: la zona del Delta del Mississippi, durante la Gran Depresión. Aquí también aparece un personaje inspirado en Robert Johnson, que dice regresar de negociar con el demonio. Este papel lo interpreta Chris Thomas King, músico que contribuyó con la banda sonora, y grabando sus propias intervenciones.

Es muy conocida la pasión por la música del director, guionista y productor Martin Scorsese. Fue uno de los editores del film Woodstock (1969), que documenta el mítico festival que congregó a medio millón de personas hastiadas de la guerra de Vietnam. Entre los artistas que desfilaron durante esos días estuvo el grupo canadiense que acompañaba a Bob Dylan, The Band, que tuvo una gran carrera autónoma; tal es así, que Scorsese registró su último concierto en su película The Last Waltz (El último vals, 1978). Es una excelente oportunidad para ver a grandes del Blues como artistas invitados: Muddy Waters junto a Pinetop Perkins en el piano, y un genial Dr. John, entre otros.
En 2003, Scorsese convocó a otros seis colegas para crear una serie de 7 películas (documentales y de ficción), que abarcaran distintos aspectos del género. The Blues, a Musical Journey, es el título que contiene las siguientes películas: Feel Like Going Home (del propio Martin Scorsese), The Soul of a Man (de Wim Wenders), The Road to Memphis (de Richard Pearce),  Warming by the Devil’s Fire (de Charles Burnett), Godfathers and Sons (de Marc Levin), Red, White & Blues (de Mike Figgis) y Piano Blues (de Clint Eastwood).

La ciudad de Memphis, que se mece a orillas del Mississippi, es la cuna de muchas leyendas del Blues; allí nacieron Aretha Franklin, Carla Thomas, James Carr, Anita Ward e Isaac Hayes. Además vivieron B. B. King y Johnny Cash, y por si fuera poco, vivió el artista bisagra entre la magia de la música negra y la intolerancia de la América blanca: Elvis Presley.
La leyenda de la ciudad y la iconografía del Rey del Rock and Roll es lo que toma Jim Jarmusch para construir esta hermosa obra de arte: Mystery Train (1989). El tren que transportaba a Elvis desde las grandes urbes a su querido Memphis, más la música y los artistas de Blues, son la omnipresencia en las 3 pequeñas historias que forman esta película. En distintos roles, mezclados entre los actores, aparecen los bluesmen Screamin’ Jay Hawkins, Rufus Thomas y hasta un abogado, prestigioso defensor de los derechos civiles de la comunidad afroamericana, D’Army Bailey.

Quedaron muchos títulos excluidos de esta breve reseña, aún hay mucho más Blues por descubrir, dentro y fuera de las pantallas.

Ray Charles, What I Say de Ballad In Blue

Manal. Postales argentinas en blanco y negro. El primer Blues Patrio

Manal 1969
Manal 1969 Imagen fuente: http://www.biografias.es

El encuentro que se produjo en América del Norte de dos culturas -la africana (de los esclavos traídos al nuevo continente) y la europea (de los colonos anglosajones)-, generó una cantidad de formas y estilos, por la unión de sus disímiles sistemas musicales, que a pesar de sus contrastes estéticos, conformaron una música de una sonoridad diferente a la que Occidente estaba acostumbrado: el blues, el genero que influenciaría a toda la música popular del siglo XX.
Tal vez por esa condición de género surgido de dos culturas distintas y capaz de soportar todo tipo de metamorfosis, es que en la Argentina de la década del ’60, pudo surgir un grupo musical que decidió expresarse por medio del blues, pero en su propio idioma y con una lírica propia.
Una vez más, el blues, en su doble condición de forma y género, permitía interpretar las penas, las ansias, la rebelión y las novedades a una nueva generación de músicos, esta vez, del extremo sur de América.
Manal, es el primer grupo argentino de blues en español; nacido en esa Buenos Aires de 1967, que vivía la dicotomía entre una ambición cultural que trataba de captar todas las nuevas tendencias internacionales y una moral imperante represiva y pacata. A la vez, es uno de los iniciadores del movimiento de rock en español, junto con Moris Birabent y Los Beatniks, Tanguito, Litto Nebbia y su grupo Los Gatos. Hasta 1967 los grupos llamados “beat” o de rock sólo se expresaban en inglés.
Formado por Claudio Gabis (guitarra, órgano y piano) Javier Martínez (batería y voz) y Alejandro Medina (bajo), Manal consigue un sonido único, plasmado en esta primera placa que vio la luz en febrero de 1970.
El disco fue editado por “Mandioca, La Madre de los Chicos” el sello independiente creado por el editor de libros Jorge Alvarez, como respuesta a los sucesivos rechazos a los demos de Manal por parte de las grabadoras de la época. Más tarde, RCA cambiaría radicalmente de opinión.
Lo que van a encontrar son siete temas sumergidos dentro del blues, y el rhythm and blues, por momentos tocando los filos del jazz y el tango.
Es el disco que contiene los clásicos “Jugo de Tomate”, “Avenida Rivadavia”, y “Avellaneda Blues”; los destaco -y en particular este último-, porque definen la estética de lo que bien podríamos catalogar como blues urbano argentino.

Postales argentinas en blanco y negro.

“Vía muerta, calle con asfalto siempre destrozado...”
Así canta en “Avellaneda Blues” Javier Martinez, -mientras marca un preciso groove, casi jazzistico-, esta maravillosa letra que escribió para la música de Claudio Gabis. Define el sur del conurbano bonaerense con el mismo espíritu de un aguafuerte de Quinquela Martín. La guitarra de Gabis contrapone, por momentos como Charlie Christian o como T-Bone Walker, al meticuloso trabajo del bajo de Medina.
Con un sonido impresionante, logrado con los limitados medios de ese momento en los estudios TNT, esta placa nos trae una maravillosa pintura de época.
…Luz que muere, la fábrica parece un duende de hormigón
y la grúa, su lágrima de carga inclina sobre el dock…
… Y los obreros, fumando impacientes, a su trabajo van.
Sur, un trozo de este siglo, barrio industrial.

La canción describe una escena de madrugada en la zona del cordón industrial de Buenos Aires, en la época que todas esas fabricas estaban en funcionamiento y se trataba de un verdadero barrio industrial. Irónicamente, hoy sólo queda el esqueleto de esa realidad; el cordón industrial, es una de las zonas de mayor pobreza y abandono, un tremendo reflejo de la sucesión de tragedias que vivió este país.
En síntesis: Escuchen este disco, no pierdan la experiencia de apreciar algo de lo mejor de nuestro blues, parido de las almas de tres muchachitos que no superaban los 24 años, con mucha creatividad, madurez y Jugo de Tomate Frío en las venas para echar a correr la rueda que echaron a correr.